Cuadernos de Medicina Forense

36 PROTOCOLO DE ESTAMBUL Morentin B, et al. CUADERNOS DE MEDICINA FORENSE AS O C I AC I Ó N D E M É D I C O S FO R E N S ES D E A N DA LU C Í A S O C I E DA D A N DA LU Z A D E M E D I C I N A L EG A L Y C I E N C I AS FO R E N S ES ( A M FA- SA M E LC I F ) Cuad Med Forense. 2023; 26(1):29- 39 trica, asfixia, tortura sexual, mutilación genital femenina…), mencionando los síntomas o sig- nos habituales, sus consecuencias, y la mane- ra de diagnosticarlas. También hay una sección con respecto a la práctica de las exploraciones complementarias relevantes en el diagnóstico. Las pruebas complementarias generalmente no son una parte esencial de la evaluación pero en determinadas casos sus resultados son valiosos (por ejemplo, las pruebas de imagen para detec- tar lesiones esqueléticas o de tejidos blandos). El Protocolo recuerda la necesidad de que los forenses proporcionen una opinión sobre la re- lación que existe entre los hallazgos físicos (ya sean síntomas, signos, resultados de las prue- bas complementarias de diagnóstico) y psicoló- gicos con los malos tratos alegados. 2.4. Capítulo VI. Signos psicológicos indicativos de tortura La evaluación psicológica /psiquiátrica tiene un papel central en la pericial de la tortura por va- rias razones: la tortura a menudo causa síntomas psicológicos graves; los métodos de tortura sue- len estar diseñados para no dejar lesiones físi- cas; y las secuelas psicológicas suelen ser más persistentes y prolongadas que las físicas (no es infrecuente que la evaluación se efectúe cuan- do las lesiones físicas ya han desaparecido). Por ello, una evaluación basada sólo en el examen físico no se considera completa ni apropiada. La tortura es una experiencia traumática capaz de causar sufrimiento psicológico que debe ser evaluado en el contexto político, social, religio- so y cultural de la víctima. El PE distingue en- tre síntomas psicológicos patológicos y cambios adaptativos. Las consecuencias de la tortura va- rían según la naturaleza del daño infligido y su contexto, la personalidad del sujeto y los facto- res sociales, políticos y culturales vinculados. La intensidad de los síntomas oscila con el tiempo según el procesamiento personal del trauma, la efectividad de las estrategias de afrontamiento y determinados factores externos (por ejemplo, apoyo social, justicia y reconocimiento oficial). La pericial se debe basar no solo en el relato y el daño psicológico, sino en una amplia variedad de información adicional obtenida durante la entre- vista: comunicación verbal y no verbal, reaccio- nes emocionales, resonancia afectiva, impacto psicosocial y social y alteraciones en el compor- tamiento. Las pruebas psicológicas solo son un instrumento complementario a la entrevista clí- nica. Existen numerosas pruebas o cuestionarios, aunque ninguna es específica para las víctimas de tortura. Los componentes de la evaluación psicológica/psiquiátrica se recogen en la tabla 4. La mayoría de las víctimas sufren síntomas psi- cológicos emocionales y en ocasiones también alteraciones cognitivas y conductuales más o menos graves, si bien no todas las personas tor- turadas desarrollan una enfermedad mental (ta- bla 5). La ausencia de un diagnóstico de trastor- no mental no significa que la tortura no ocurrió. Para el diagnóstico, el PE aconseja consultar el CIE-10/11 o el DSM-5. Los principales trastornos psiquiátricos asociados con la tortura son el TEPT y la depresión, existiendo una alta comorbilidad entre ambos y también con el abuso de sustan- cias. El PE hace mención a la categoría del TEPT complejo del CIE-11 que incluye los síntomas cen- trales de reexperimentación, evitación e hiperex- citación, así como alteraciones persistentes del funcionamiento afectivo, de la percepción de sí mismo (autopercepción negativa y sentimientos de vergüenza y culpa) y del funcionamiento social (dificultades para mantener relaciones sociales y para sentirse cercano a los demás). El perito debe evaluar el grado de coherencia entre el relato de tortura y los hallazgos psico- lógicos y dar una opinión sobre la probable rela- ción. El PE añade que deben analizarse las posi- bles razones de las incoherencias (por ejemplo, lagunas en la memoria, deterioro cognitivo, di- sociación, desconfianza, sentimientos de ver- güenza o culpa). En víctimas de tortura expuestas a traumatismo cráneo-encefálico, a veces puede ser difícil de distinguir entre síntomas del TEPT y secuelas orgánicas por traumatismo físico. Las evaluacio- nes neuropsicológicas, aunque se realizan con poca frecuencia, pueden ser útiles para identifi- car el daño cognitivo asociado a deterioro orgá- nico del cerebro. La evaluación psicológica puede ser de alta complejidad siendo útil en estos casos la cola- boración de psicólogos, psiquiatras o neurólo- gos.Las características del abordaje a personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e inter- sexuales es tratado en una de las secciones de

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