Cuadernos de Medicina Forense

LA SALUD MENTAL INFANTO-JUVENIL Salces Rodrigo MT Cuad Med Forense. 2023; 26(1):41- 4 7 43 CUADERNOS DE MEDICINA FORENSE AS O C I AC I Ó N D E M É D I C O S FO R E N S ES D E A N DA LU C Í A S O C I E DA D A N DA LU Z A D E M E D I C I N A L EG A L Y C I E N C I AS FO R E N S ES ( A M FA- SA M E LC I F ) cativo y entre éstos y los de los sistemas social y sanitario, tanto en la detección de los sínto- mas iniciales como en la propia atención edu- cativa de las necesidades específicas que su tratamiento conlleva. Ello, en ocasiones, limi- ta el ejercicio del derecho a la educación del niño, niña, adolescente o joven con problemas de salud mental. Asimismo viene siendo objeto de reclamación, especialmente por asociaciones de familias con menores afectados por problemas de sa- lud mental, la escasa formación específica en salud mental infanto-juvenil que se ofrece a los profesionales. Un hecho que se hace más patente en el caso de los profesionales de pe- diatría de atención primaria, lo que dificulta la detección de patologías y su posterior deriva- ción a los servicios especializados. Los procesos terapéuticos y las intervencio- nes en salud mental en estas edades requieren una capacitación metodológica y técnica espe- cífica. En igual sentido, los profesionales que desarrollan tareas de atención a la población infanto-juvenil con problemas de salud men- tal desde otros sistemas (social, educativo, ju- dicial, etc.) deben dotarse de la cualificación adecuada en materia de detección y manejo de tales situaciones. Y no podemos dejar de referirnos a la pande- mia. El complejo estado de los niños, niñas y adolescentes afectados por patologías menta- les se ha visto agravado con la crisis sanitaria padecida, especialmente en los más vulnera- bles: niños y niñas en riesgo de exclusión so- cial, niños y niñas víctimas de la violencia en el seno de la familia, menores víctimas de trata; menores con discapacidad, o niños y niñas mi- grantes. La pandemia ha traído consigo no solo pro- blemas físicos, también ha sido el origen de procesos de ansiedad, depresión, somatiza- ciones, estrés, duelos patológicos, evolución rápida desfavorable de las demencias, incre- mento de problemas de conducta alimen- taria, abusos de alcohol y otras adicciones y trastornos adaptativos, amén de otros ca- sos que podrán surgir a medio plazo y largo plazo, asociados a las vivencias extremas de este período, como trastornos de estrés pos- traumáticos y mayor riesgo de conductas sui- cidas y autolíticas. Ciertamente la Covid-19 ha añadido nuevos riesgos y desafíos derivados de las medidas implementadas por las autoridades para afron- tar la crisis sanitaria. Ello ha supuesto que, además de las limitaciones para acceder a los servicios de salud mental o para continuar con tratamientos ya iniciados, los menores de edad se han visto privados de la socialización, han sido víctimas de la frustración, el miedo, la in- certidumbre por la salud, y se encuentran afec- tados por los graves problemas económicos y laborales de sus familias. La pandemia ha tenido incidencia igualmen- te en uno de los fenómenos más invisibles: el suicidio. La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado sobre el incremento de muertes por suicidio a nivel mundial, espe- cialmente en la población adolescente, y reco- noce que este tipo de fallecimiento debe ser una prioridad para la salud pública (1). Asimis- mo dicha Organización no ha dudado en afir- mar que el 93% de los países ha visto cómo la Covid-19 paralizaba o afectaba a sus servicios de salud mental, ya de por sí lastrados por un déficit crónico de financiación. Añade que cada año se suicidan cerca de 700.000 personas en el mundo aunque por cada suicidio consumado hay muchas tentativas de suicidio. El 77% de los suicidios se produce en los países de ingresos bajos y medianos. El suicidio es también uno de los problemas que aborda prioritariamente el Programa de Acción Mundial para Superar las Brechas en Salud Mental (2) (mhGAP, por sus siglas en in- glés), que proporciona orientación técnica ba- sada en la evidencia para ampliar la prestación de servicios y la atención en los países a los trastornos mentales, neurológicos y por consu- mo de sustancias. Por lo que afecta a España, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) (3) en 2020 se registraron 3.941 suicidios en nuestro país, siendo el año en que más suicidios se han registrado en la historia desde que se comen- zaron a registrar en 1906. Ello supone un incre- mento del 7,4% con respecto a 2019, es decir, 270 personas más que el año anterior. También es la primera vez que España alcanza 14 suici- dios de menores de 15 años (7 niños y 7 niñas), duplicando los casos de 2019. Además, el sui- cidio en personas mayores de 80 años ha au- mentado un 20%.

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