Cuadernos de Medicina Forense

LA SALUD MENTAL INFANTO-JUVENIL Salces Rodrigo MT Cuad Med Forense. 2023; 26(1):41- 4 7 45 CUADERNOS DE MEDICINA FORENSE AS O C I AC I Ó N D E M É D I C O S FO R E N S ES D E A N DA LU C Í A S O C I E DA D A N DA LU Z A D E M E D I C I N A L EG A L Y C I E N C I AS FO R E N S ES ( A M FA- SA M E LC I F ) Necesitamos contar con una recopilación de datos y registros que sea ordenada y esté su- ficientemente sistematizada como requisito in- dispensable para realizar un estudio epidemio- lógico de la enfermedad mental en la infancia y adolescencia, conocer su incidencia real, ana- lizar su evolución en el tiempo; y, por supuesto, poder evaluar la eficacia de las medidas que se han ido adoptando para ayudar a las personas afectadas. Sin embargo, la realidad es que, en la actuali- dad, carecemos de esos necesarios y rigurosos datos epidemiológicos señalados. Dicha caren- cia deviene por ser incompletos, no estar des- agregados y ser de escasa utilidad para valorar la incidencia, la prevalencia y el impacto de los trastornos mentales en la población infantil y juvenil. Incrementar las medidas de prevención y de- tección precoz de la enfermedad en las per- sonas menores de edad es la tercera de las propuestas formuladas por la Defensoría de la Infancia. Nuestra sociedad se ha visto someti- da en los últimos tiempos a importantes trans- formaciones, fruto de diversos factores, que de una manera clara han venido a incidir en la atención médica a los niños. En este senti- do, la disminución de la natalidad, los grandes avances en medicina preventiva o los cambios de hábitos de vida son circunstancias que exi- gen una demanda sanitaria sobre aspectos que hasta ahora parecían escapar del campo de la medicina. Ante esta nueva realidad, la atención médica a la población menor de edad parece que no debe quedar circunscrita a la vertiente asisten- cial enfocada a combatir las enfermedades o facilitar un adecuado crecimiento o nutrición, sino que ha de ser mucho más amplia, de modo que la labor preventiva, de promoción de la sa- lud y la atención social adquieran un papel pro- tagonista. Ello determina que profesionales de la medi- cina se encuentran en la tesitura de tener que conocer determinados aspectos del entorno social del menor para poder realizar con ri- gor una importante labor para prevenir los problemas de salud mental o de adicciones, trastornos alimentarios o problemas ligados a la sexualidad, de manera singular durante la adolescencia. Siendo ello así, las actuaciones en el ámbito de la salud mental infanto-juvenil no pueden quedar limitadas a las tareas asistenciales pro- piamente dichas una vez que el problema o el trastorno mental ha comenzado a manifestar- se, sino que es preciso conseguir un desarro- llo equilibrado de la función preventiva en la que se incluyan todas las áreas que configuran la vida del niño. Nos referimos a la promoción de la salud mental de la madre en el período prenatal y de un vínculo adecuado después del nacimiento, a potenciar los factores protec- tores, a conocer las señales de alarma de la patología psiquiátrica de cada etapa, a redu- cir conductas de riesgo, o a la superación de situaciones de desventaja social y económica, entre otras muchas. Pero la prevención se debe extender también a otros ámbitos como es la escuela. No olvi- demos que los centros escolares son entor- nos apropiados para una educación sana que promueva una salud mental positiva y minimi- ce los riesgos de actitudes y comportamien- tos insanos que pueden propiciar la aparición de patologías mentales o agravar sus conse- cuencias. Expertos en la materia apuntan a que dichas actuaciones preventivas se inte- gren de forma transversal en el currículo y se dirijan a toda la comunidad escolar, ya que las intervenciones que implican a las familias, el alumnado y profesorado resultan más efi- caces. Asimismo se ha de poner el acento necesa- riamente en las familias. El éxito de cualquier medida preventiva que se establezca se hará depender de la participación en su planifica- ción, programación o ejecución de las familias teniendo en cuenta que constituyen un soporte básico para las personas menores con proble- mas de salud mental. En este sentido, promover la autoestima, aser- tividad, resiliencia, tolerancia a la frustración, autoconocimiento, educación afectiva, capa- cidad para la resolución de conflictos, estra- tegias de afrontamiento del estrés, hábitos de vida saludables, actividades participativas, capacidad crítica, etc, en los entornos fami- liares se revela como herramienta indispen- sable para minimizar los riesgos de actitudes y comportamientos que pueden propiciar la aparición de patologías mentales o agravar sus consecuencias.

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