Comentario de libros

Comentario de libros

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Cuad Med Forense. 2010; 16(4):240-241


La evolución en los últimos tiempos de la medicina legal hacía esperar la aparición en el mercado editorial de actualizaciones (essentials) de la práctica de las autopsias, y éste, del que ahora se hace el comentario, es el primero que conocemos que no nos viene dado como un texto de práctica forense, sino como un conjunto informativo de los últimos avances en su técnica, mostrados en ocho capítulos referidos a los temas que más se han modernizado en la época inmediatamente anterior, lo que lógicamente debe considerarse como el inicio de una nueva manera de entender las publicaciones en materia de autopsias.

El primer capítulo define el concepto de redistribución toxicológica como una serie de procesos que ocurren después de la muerte que, en muchos casos, modifican la distribución de los fármacos en el organismo, en muchos casos apareciendo concentraciones en la autopsia sensiblemente superiores a las encontradas premortem, lo que sucede por un mecanismo mal conocido para el que se han postulado teorías tales como la difusión del fármaco desde los tejidos vecinos, desde el tracto intestinal o a través de vasos linfáticos.

El siguiente capítulo está dedicado al estudio histológico de los focos de fractura, con especial atención a la malinterpretación como fracturas de las fisuras congénitas de cráneo, de las reacciones periósticas tibiales pediátricas y de ciertas imágenes presentes en la osteomielitis y en la enfermedad de Paget y a la datación de las fracturas. El tercer capítulo contiene un breve pero muy interesante estudio de las relaciones con el peso corporal y la muerte súbita, con especial referencia a los casos de anorexia-bulimia y obesidad mórbida.

Otros dos capítulos, tratados fundamentalmente desde el ángulo de la anatomía patológica macroscópica, con mayor extensión que los anteriores y con mayor detenimiento en materia de implicaciones médico legales, son los que refieren los hallazgos de la exploración física, de la radiología y de la endoscopia obtenibles en los casos de abusos sexuales a niños con resultado de muerte y en los de abuso a ancianos y geronticidio (término de indudable propiedad pero por primera vez leído como una figura médico legal específica). Los tres últimos capítulos son los más expresivos de la intencionalidad actualizadora de la obra ya que se refieren a los hallazgos histopatológicos en los accidentes de aviación (no sólo en materia de investigación, sino en la de la posible responsabilidad de la tripulación y las causas y maneras de la muerte de las víctimas), al más que actual tema del bioterrorismo y a la datación de lesiones de cualquier especie, incluido en esta parte del libro más por ser un problema ahora emergente que por ser un problema de la mayor dificultad en medina legal, que todavía no ha encontrado su regla de oro.

Todos los capítulos destacan por detenerse sólo en lo fundamental, en razón de la esencialidad que ya se anuncia en el título del libro y por su espléndida iconografía.

Dragy


La editorial Humana Press continúa en el empeño, por nosotros hace mucho tiempo advertido, de acometer la actualización bibliográfica de la medicina legal, a lo que esta vez contribuye con un tratado de patología forense dedicado conjuntamente a policías, investigadores postmortem, abogados y profesionales que ejercen las ciencias forenses, lo que por si mismo constituye una unidad informativa a un nivel de fácil acceso, reduciéndose en extensión a lo que es de imprescindible conocimiento sin renunciar a la profundización cuando el caso lo exige.

En una primera visión del libro llama la atención que cada capítulo se inicie con versículo del Antiguo y del Nuevo Testamento: en el primero con la profecía de Jeremías sobre las enfermedades mortales, en el octavo sobre los cambios cadavéricos con el Evangelio de San Juan cuando refiere la suposición de Marta del mal olor del Sepulcro antes de retirar la piedra, y en el decimoquinto, que trata de las asfixias, con el de San Mateo narrando la salida de Judas del Templo y su inmediata muerte por ahorcamiento.

Otro aspecto apreciado con sólo tener el libro en las manos es que en una sola página se pueden encontrar hasta cuatro entradas aclaratorias de distintos conceptos, lo que da idea de la información que puede proporcionar, de una simple ojeada, a sus destinatarios lectores. Otro no menos destacable es el de la profusión iconográfica, con nada menos que 477 imágenes, en las que muchas de ellas pudieran haber sido mucho más demostrativas si fueran en color.

En el texto de la obra está detallada toda la patología forense en mayor o menor extensión, por lo que después de su lectura no caben otros comentarios que los que se derivan de aquellos temas que resultan más llamativos por su originalidad, como son las diferencias entre la autopsia forense y la autopsia hospitalaria, las muertes por enfermedades infrecuentes como la displasia fibromuscular, la amiloidosis, los errores metabólicos y la sarcoidosis, así como las producidas en catástrofes aéreas, en actos de terrorismo, bajo custodia policial, en fatalidades ambientales, por ataques animales y, más destacablemente, en lo que el autor denomina muertes relacionadas con la terapia, en las que incluye las producidas no sólo por los medios terapéuticos sino también las que lo son por los medios diagnósticos, con la importante observación de que en algunos estados de Estados Unidos se ha llegado a conseguir que determinados casos, como pudieran ser el error administrativo (clerical) transfusional, el error de medicación en una infusión intravenosa, el embolismo en cirugía laparoscópica, tengan la consideración de muerte accidental, la perforación de un órgano hueco por descolocación de un catéter y los accidentes anafilácticos producidos por fármacos, lo que se cita más como curiosidad médico legal que como aplicación práctica en España.

El libro lo consideramos de amplia utilidad y de recomendable traducción al español.

Dragy