Editorial
250 aniversario de la publicación del libro de GB Morgagni «De Sedibus et Causis Morborum per Anatomen Indagatis». Venecia, 1861
250 anniversary of the publication of GB Morgagni´s book "De Sedibus et Causis Morborum per Anatomen Indagatis". Venice, 1861
Cuad Med Forense. 2011; 17(2):57-58
Coincidencias entre sabios
Malpighi, Valsalva, Morgagni, tres sabios médicos italianos, tienen, entre ellos, unas curiosas coincidencias que invitan a realizar una perspectiva o una panorámica de los tres.
Los tres eran coterráneos, oriundos de la región de la Emilia Romagna, al norte de Italia, en lugares muy cercanos a Bolonia. Los tres estudiaron en la Universidad de Bolonia y los tres, en su tiempo, enseñaron anatomía en su Facultad de Medicina.
Tres generaciones de científicos bien marcadas, cada uno en su estilo y en su época, que practican la experimentación y aplican sus conceptos a la docencia. Por ello, la asignatura que impartían tomó un carácter propio y personal, desviándose de la rigidez clásica que se mantenía por siglos, según los preceptos galénicos.
Marcelo Malpighi (1618-1694) ejerció en las universidades de Bolonia, Pisa y Messina, regresando finalmente a Bolonia. A partir de 1662, se emplea a fondo en el estudio de lo que él llama la anatomiae parva, en su obra «De viscerum structura» (La estructura de las vísceras), publicada en 1669.
En 1691 se traslada a Roma, llamado por el Papa Inocencio XII. Se le considera el creador de la histología.
Su discípulo, Antonio María Valsalva (1666-1723) emprende estudios muy importantes y pone en práctica la enseñanza de una anatomía menos estática y más funcional.
Se ha dicho que posiblemente estuvo inspirado por los estudios anatómicos de Leonardo da Vinci (1452-1519). Leonardo dejó dicho que la anatomía no podía ser sólo el estudio del cuerpo humano estático, sino que debía verse desde una perspectiva vital, dinámica y funcional ajustada a las leyes de la mecánica.
Valsalva describió, con admirable minuciosidad, el órgano del oído, al que divide en los tres compartimientos clásicos y expone su conocida maniobra de Valsalva. El libro se llama «De aure humana» (el oído humano), editado en 1704, en Venecia.
Finalmente nos encontramos con la figura de Giovanni Battista Morgagni (1682-1771). Mucho se ha escrito sobre Morgagni como profesor de anatomía humana, práctica y morfológica. Es un experimentado disector y conocedor de los trabajos anatómicos, desde Galeno a su compatriota Berengario da Carpi, sin olvidar a Vesalio, al que se tiene por ser el primer anatomista científico.
En el año de 1711, Morgagni es llamado por la Universidad de Padua para ocupar la segunda cátedra de Medicina Teórica. Tenía entonces veintinueve años.
Cuatro años más tarde se hace con la cátedra de Anatomía Humana, que era su verdadera pasión. Era la cátedra que habían ocupado Andrés Vesalio y Gabriele Falloppio.
La gran obra de Morgagni
Pronto, los estudios morfológicos y sus trabajos de investigación se dan a conocer y su fama es tal que se le considera del grupo de sabios en la que formaban parte figuras tan destacadas como Vesalio, Galileo, Harvey y Copérnico.
Morgagni fue un hombre prolífico. Como escritor tocó los más variados temas. Desde muy joven escribió poesías y ensayos literarios. Cultivó la filosofía, publicando trabajos sobre arqueología, historia de la medicina y una notable biografía sobre su maestro Antonio María Valsalva.
Morgagni editó varios libros sobre anatomía humana normal destacando la gran «Opera omnia in quinque tomos divisa«.
Un libro sumamente interesante lo titula «Institutionum Medicarum» (1712), en el que vierte sus ideas sobre la formación personal del médico, tanto al práctico como al docente.
Las condiciones son (textualmente):
«Elevada capacidad dialéctica, conocimientos de matemáticas y filosofía, un juicio claro y amplio, dentro de un espíritu humanista. Conocer la anatomía con precisión, saber de hierbas y materia médica, y tener interés y criterio universal. Han de ser personas con altas cualidades morales, éticas, y profesionales de la mayor excelencia».
Reconocimiento a su labor
Morgagni es quizás el científico que más huella ha dejado como legado a la posterioridad. Sólo a modo de ejemplo elegimos algunas referencias, dejando claro que su nombre figura en muchos más lugares de la anatomía y de la patología humana. Se reconoce con su nombre desde los agujeros de Morgagni (base de la lengua) a la hernia diafragmática de Morgagni (retroesternal, de tipo congénito), pasando por la carúncula de Morgagni (lóbulo medio prostático), cripta y senos de Morgagni (en la uretra), la hidátide de Morgagni (remanente embrionario del conducto de Müller), columnas y senos de Morgagni (en la zona anal), el síndrome de Morgagni (asociación de hiperóstosis frontal, virilismo y obesidad). A Morgagni le debemos la descripción del bloqueo cardiaco (enfermedad de Morgagni-Stokes-Adams).
Indudablemente su gran obra es «De sedibus et causis morborum per anatomen indagatis».
Cuando contaba 79 años, en 1761, publicó esa magna obra de la que ahora celebramos el 250 aniversario de su edición. En ella, Morgagni relaciona directamente los hallazgos obtenidos en las autopsias con la historia clínica del sujeto. En sus estudios se acoge a hechos de carácter empírico, a veces ejemplarizantes, para pasar razonadamente al escogitare speculativo, el discurrir especulativo, que impera en toda su línea argumental.
Esta grande y monumental obra consta de cinco volúmenes y la estructura general está formada por un prefacio y setenta capítulos, escritos como cartas dirigidas a los médicos lectores.
Se ha dicho que este libro marca el punto de partida de la correlación clínico-patológica y la desaparición de la antigua teoría de los cuatro humores que tanto predicamento había tenido desde los tiempos más remotos.
De modo escalonado aparecen descripciones de aneurismas aórticos y aortitis asociadas a sífilis, endocarditis, gomas cerebrales, atrofia amarilla aguda de hígado y tuberculosis renal.
Se examinan los rastros físicos internos dejados por apoplejías, describiendo las lesiones cerebrales de la enfermedad y comprobando la idea de Valsalva acerca de que la lesión en el cerebro se encuentra en el lado contrario al de la parálisis.
También demostró que el absceso cerebral era consecuencia de la supuración ótica y no la causa, como se creía entonces.
Refiere la lesión consistente en la licuación de la corteza del cristalino que se conoce como catarata de Morgagni. También identificó el cuadro clínico y anatomo-patológico de la neumonía. Entre los tumores y menciona los del esófago, estómago, recto, páncreas, hígado y ovario. Estudió la tuberculosis, considerándola una enfermedad contagiosa, y también otras enfermedades pulmonares.
Sobre un tema tan de actualidad como es la muerte súbita, expondré brevemente, lo que acerca de tal contingencia, escribió Morgagni. Morgagni, en «De Sedibus et Causis Morborum», y en su carta XXVI, acepta el conocimiento antiguo de tal dolencia y afirma (textualmente): «Las muertes repentinas parecen ser más frecuentes en este siglo, pero se han descrito en todos los tiempos, tanto en Italia como en otros países». Luego trata el mismo tema en varias cartas, especialmente XII, XVIII, XXI, XXIV y XXV.
Pero nuestro sabio extiende sus investigaciones a toda el área cardiovascular. En la carta IV menciona la obesidad como elemento de predisposición al accidente cerebrovascular. La descripción es sorprendentemente clara. Dice textualmente: «El enfermo es de hábito corporal obeso, carnes blandas, cuello torso, grueso y corto, rostro rubicundo, y de vida sedentaria ».
Habla de las placas de ateroma y la posibilidad de su desprendimiento, para pasar al torrente circulatorio y obstruir un vaso cerebral. En la XXIV, describe calcificaciones en las coronarias y dice: «Las pequeñas ramas de la arteria coronaria afectada (de ateromatosis), que penetran en el miocardio, pueden irritar, tanto en el sístole, como en el diástole, dando origen a palpitaciones».
El infarto de miocardio lo menciona en la carta XXVII. Las valvulopatías no las considera aisladas, opina que más bien se presentan relacionadas entre ellas.
En la número LXIV, estudia el síndrome que actualmente se conoce como de Morgagni-Adams-Stokes.
Hemos dado una breve, brevísima visión de Giovanni Battista Morgagni y de su obra, y por ello nos «parece justificado declarar que el original punto de vista del maestro de Padua, marcó el inicio y la marcha definitiva de la orientación anatomo-funcional y esencialmente anatomo-patológica de la Medicina, tal como se concibe en la actualidad».
Correspondencia:
José María Montaña Ramonet
E-mail: info@ramse.es