Comentario de libros

Manual de Antropología Forense

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Cuad Med Forense. 2013; 19(3-4):139

Entre los libros de antropología forense que empiezan discretamente a proliferar en el campo de las publicaciones médicas, destaca por su modernidad este manual escrito por Ramey Burns, antropóloga americana con experiencia docente en su país y con importantes estudios efectuados en Irak durante la Guerra del Golfo, en la gran catástrofe del World Trade Center de Nueva York, en identificaciones en Haití y Colombia, y en investigaciones históricas como la llevada a cabo sobre el genocidio fenicio en Cartago.

Este manual se inicia con un capítulo dedicado a la historia de la antropología forense y a ciertos determinismos conceptuales que son necesarios en una ciencia contemporánea situada dentro de las que se están separando del tronco original de la medicina legal, y también en parte de la física y de la biología. Para ello, la autora considera que aunque el origen del estudio esquelético se pierde en la antigüedad, el nacimiento de la disciplina se sitúa en Estados Unidos concretamente en 1850, con la intervención judicial de los anatomistas Holmes y Wyman, de la Universidad de Harvard, aportando también los rasgos que actualmente distinguen al antropólogo del médico forense: el antropólogo se enfrenta solamente al esqueleto, su trabajo no urge, puede prolongarse cuanto sea preciso y está sujeto a una ética más confusa.

Los ocho capítulos que siguen, uno de osteología general y el resto dedicado al recorrido topográfico de las unidades del esqueleto, son menos merecedores de atención, porque a pesar de sus completas descripciones y de unas perfectas ilustraciones realizadas por una prestigiosa dibujante británica, el antropólogo tiene que tener en cuenta sus carencias y en todo caso recurrir a textos y atlas anatómicos de mayor envergadura.

Numerado con el guarismo 11 figura un capítulo que trata de la odontología forense, con gran detalle en sus variantes en cuanto a edad, morfológicas, de inventación, tóxicas y odontogénicas. Este apartado debe contemplarse en el aspecto de que se sale de lo puramente antropológico por proporcionar también conocimientos de gran utilidad al médico forense, obligado a peritar sobre piezas dentarias, tanto en el vivo como en el cadáver, con tanta frecuencia como para que se haya empezado a hablar de la odontología forense como ciencia aparte.

Las 90 últimas páginas son las de mayor valor del libro, por reunir una notable información de la práctica del trabajo de los antropólogos forenses en estudios de campo y de laboratorio, especialmente referidos a la identificación humana (tentativa, presuntiva y positiva), los cambios post mórtem (autolíticos, ambientales y producidos por roedores y animales carroñeros), los traumatismos, las malformaciones y las osteopatías deducibles, junto con ejemplos muy demostrativos y terminando con modelos de gráficas, tablas e informes, un glosario no imprescindible y una útil y detallada bibliografía.

Dragy