Necrológica

José Luis Palomo Rando, un referente en la medicina forense española y un hombre íntegro (tanto monta, monta tanto)

José Luis Palomo Rando, a benchmark in Spanish forensic medicine and a man of integrity (it makes no difference)

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DOI:
10.59457/cmf.2023.26.01.nec01

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Ramos Medina V. José Luis Palomo Rando, un referente en la medicina forense española y un hombre íntegro. Cuad Med Forense. 2023; 26(1):11-12. DOI: 10.59457/cmf.2023.26.01.nec01

Valentín Ramos Medina

Servicio de Patología Forense. IMLCF de Málaga

Cuad Med Forense. 2023; 26(1):9-10

Enviado: 01.09.2022 | Revisado: 11.09.2022 | Aceptado: 14.09.2022

El pasado 11 de diciembre falleció José Luis Palomo a los 77 años de edad, médico forense, y unas de las personas más lúcidas que he conocido en su concepción de la medicina en general y de la medicina forense en particular. En su vida profesional ha pasado por todos los ámbitos de la medicina, algo que le hizo tener una amplia y clara visión de la medicina actual, ejerció tanto la medicina clínica, como la administración sanitaria y la medicina forense.

Prof. José Luis Palomo Rando

Cursó medicina en la Facultad de Granada finalizando en el año 1968, con un brillante expediente académico. Eligió la medicina clínica, aunque ya fue tentado para dedicarse a la medicina legal por la entonces Cátedra de Medicina Legal de la Facultad de Medicina, dirigida en aquellos tiempos por el Profesor Villanueva Cañadas, tristemente fallecido en septiembre de 2021, con el que le unía una gran amistad y reconocimiento mutuo. Trabajó como médico clínico residente en Jaén, por aquel entonces no existía el programa MIR, eran residentes asistenciales, médicos que contrataban para hacer guardias, aunque viviendo en el hospital, donde podían formarse como especialistas. Lo hizo en Medicina Interna. En esa época también se formó trabajando como ayudante del eminente cirujano Dr. Fermín Palma en Jaén, y como médico internista en su clínica privada. Posteriormente le interesó la Administración Sanitaria, presentándose a las oposiciones a médico inspector de la Seguridad Social, que obtuvo. Con 29 años fue Director Médico del Hospital Carlos Haya de Málaga y posteriormente Director Provincial de Instituto Nacional de la Salud en Málaga. También aprobó las oposiciones de médico del Cuerpo Médico de Sanidad Nacional, un cuerpo de élite en aquellos años, aunque pidió la excedencia voluntaria en la toma de posesión, al no existir vacantes en Málaga.

Tras su ejercicio en la medicina clínica, finalmente se dedicó a la medicina forense, implicándose además en el ámbito docente como profesor asociado en la Universidad de Málaga, en el Departamento de Medicina Legal dirigido por el Prof. Castilla Gonzalo. Desde 1989 hasta 2003 fue Director de la Clínica Médico Forense de Málaga. A partir del 2003, fecha de creación de los Institutos de Medicina Legal en Andalucía, obtuvo por concurso, y hasta su jubilación, la plaza de Jefe de Servicio de Patología Forense del Instituto de Medicina Legal, aunque el siempre prefería decir “hasta que me jubilaron”. Desde 2013 y hasta 2016 fue Editor-Jefe de la Revista Cuadernos de Medicina Forense.

Desde su compromiso con la medicina forense se preocupó de la formación y métodos de trabajo en el ámbito de la patología forense en otros países, llevando a cabo varias estancias en el extranjero, EE.UU., Reino Unido y Canadá. Es autor de un libro de referencia en medicina médico legal sobre los traumatismos craneoencefálicos, así como de monografías, capítulos de libros, numerosos artículos en revistas profesionales, etc.

Por su bagaje profesional, es una persona que difícilmente será igualada en el tiempo actual, en el que la especialización hace concentrarse al médico sólo en aquello que le concierne a su especialidad, desconociendo aquello que no es de su competencia, método que en nuestra profesión cuenta con sus ventajas e inconvenientes. Él refería, con cierta sorna, que la patología forense era como el “futbol total”, una práctica de algunos entrenadores de fútbol del siglo pasado, un sistema de juego en el que cualquiera podría ser, en un momento dado, defensa, centrocampista, delantero, en suma, hay que dominar el juego.

Su inquietud profesional le hacía estar permanentemente al día. Desde siempre lo he visto visitando, casi diariamente, la biblioteca de la Facultad de Medicina, y estando perfectamente informado de los últimos avances en medicina, leyendo artículos, libros, incluso después de su jubilación. “Todo viene en los libros” decía. Le planteabas una cuestión médica complicada y se ponía a ello. Su concepción holística de la medicina y la práctica médica que tenía, tanto clínica como quirúrgica, lo hacían especial, y era capaz de lidiar cuestiones tanto de neurocirugía como de digestivo, p. e., con conocimientos sólidos, y además reconocidos por especialistas en las respectivas materias, con los que gustaba debatirlos. No creo haya sido el único médico en este aspecto, pero sí uno excepcional, y de estos médicos, desgraciadamente cada vez quedan menos.

Como persona, todos aquellos que lo conocimos, y le pedimos consejo, asistencia u opinión, y no sólo hablo de amigos, sino de compañeros forenses, magistrados, fiscales, funcionaros de justicia, siempre estaba dispuesto a una ayuda desinteresada. Al vivir una época en el que un médico forense estaba adscrito a un juzgado, ya desaparecida, era el “médico del juzgado”, con función de forense para los justiciables y médico para todos los funcionarios del mismo, y por lo tanto muy apreciado personalmente por todos ellos.

Siempre estuvo pendiente de los suyos, especialmente de sus seis hijos, era un hombre discreto, continuamente los cuidaba, pero “a distancia”, estando atento sin hacerse notar, ayudándoles en todo, amor que era correspondido por ellos.

Rehuía de los agradecimientos y homenajes públicos a su persona como alma que huye del diablo ¡a pesar de sus férreas creencias! Pero merece un gran reconocimiento, un honroso galardón por lo pasado y que sirva su ejemplo de noble estímulo para los demás, tanto como persona como por sus enseñanzas.

Termino con mi gran gratitud, fue uno de mis dos maestros, el primero el Prof. Villanueva Cañadas y por conocimiento posterior, él. Fue mucho más que amigo, y de una humanidad inconmensurable.

Hasta la vista, y gracias por ser tan buen compañero de viaje.


Correspondencia:
Valentín Ramos Medina
Servicio de Patología Forense
IMLCF de Málaga