Bibliofilia Médicolegal
Bibliofilia Médicolegal
Cuad Med Forense. 2004; 10(38):67-68
La obra de Cesare Lombroso, profesor de Psiquiatría y Medicina Legal en Turín, ha alcanzado por sus estudios antropológicos una fama que todavía permanece incluso fuera del ámbito cultural médico. Esto explica que en la obra que comentamos de un total de 798 páginas en dos tomos, 290 de ellas estén dedicadas a la Antropología Criminal ocupando prácticamente la totalidad del Tomo I, y también que la traducción al español de la segunda edición italiana fuese hecha por un profesor para que figurase en una entonces muy importante Biblioteca de Jurisprudencia, Filosofía e Historia. Las principales características del libro son su originalidad y su genialidad. El estilo no es el del propio autor ya que la redacción de las palabras vertidas desde su cátedra con las que pretendía que sus ideas fuesen mas populares y convincentes y ocupasen un lugar estable en la ciencia -son sus palabras en el prólogo a la segunda edición original- fueron encomendadas al también ilustre profesor Mario Carrara, al que hace transmitir al papel no solamente la defensa de las ideas creadoras de una auténtica escuela, sino su inmensa cultura tanto médica (demostrada en que sus citas a pie de página incluyen un número mayor de autores de los habitualmente citados por otros autores de su época) como humana (recurriendo muy frecuentemente a los neologismos indicativos de los conocimientos foráneos y a la Paremiología que reunía los dichos y refranes propios de la sabiduría popular).
La Medicina Legal de Lombroso es una obra incompleta. El mismo autor lo reconoce en el prólogo antes citado y lo justifica por la inminente también segunda edición de otra de sus obras, refiriéndose a su libro La Medicina Legal del Cadaver. Otro argumento a favor de esta tesis está en la extensión dada al capítulo de Antropología a expensas de la brevedad de los otros dos en temas que no son incluibles en una obra de tanatología, lo que hace que la Medicina Legal que estamos comentando la veamos como un texto de Antropología Criminal con algunos añadidos medicolegales.
La Antropología de Lombroso parte de la idea de la Delitología como ciencia y de sus antecedentes y coincidentes delitos animales e incluso vegetales (poniendo el ejemplo de las plantas carnívoras) en los que no siempre el uso de la fuerza y de las facultades sirve para la obligada lucha por la existencia. Habla del criminal nato con rasgos típicos físicos, biológicos (entre los que curiosamente no resalta tanto como se se ha hecho famoso la falta de lóbulo de la oreja y si otros mas sorprendentes como el retraso de la canicie, la longevidad, las alteraciones del Na y Cl en sangre y las de la sensibilidad y del sentido del gusto), psicológicos (resumidos en el concepto de crueldad) y artefactos (tatuajes). También habla de grupos (los gitanos son delincuentes natos) e incluso de género (la prostitución es el equivalente femenino del delito) y hace una clasificación de delincuentes en antropológicos (llamados naturales por Garófalo), de ocasión, loco y habitual, y otra en la que incluye los delincuentes por pasión y los delincuentes políticos.
Curiosamente, y a pesar de ser el autor profesor de Psiquiatría, dedica la segunda parte del libro, al final del primer tomo y principio del segundo, solamente 161 páginas a las enajenaciones deteniéndose especialmente en las oligofrenias siguiendo la terminología de Esquirol, en la epilepsía, en la neurosis, en la PGP, en el alcoholismo, en la pelagra y en el matoidismo, término con el que nos enfrentamos por primera vez y que fue acuñado por el propio Lombroso para designar al «imbécil con librea de genio».
La tercera parte trata de lesiones personales y muertes violentas, en la que incluye la obstetricia medicolegal, las muertes por electrocución y asfixia, la toxicología forense, la identificación, las manchas y una sola lección de Tanatología, lo que no extraña sabiendo que el autor le tiene a este tema dedicado exclusivamente otro libro.
Al final del Tomo II, en papel satinado, hay 25 páginas conteniendo 74 figuras en forma de dibujos o de reproducciones fotográficas, la mayoria de ellas de interés antropológico, lo que debió de ser un alarde editorial en la época de su publicación, ya que en la portada de los dos tomos se resalta el contenido de «multitud de grabados».